Terciopelo rojo

Caminaba por la ciudad, envuelta en una niebla que impregnaba el atardecer de un halo misterioso. Había quedado con el Sr. Smith en la C/ Trovador nº 8, 2º2ª. Este nuevo trabajo era la única solución a su desesperada situación. Se supone que sería fácil, pero no podía evitar sentir unos nervios tremendos. Llevaba un hermoso vestido de terciopelo rojo, con la espalda descubierta. En un ligero había acomodado una beretta pequeñita, para caso de emergencia.  El abrigo negro de piel, largo hasta los tobillos. La verdad que cuando había salido y se había mirado al espejo, se había visto demasiado llamativa: llevaba el pelo corto, pelirrojo, y destacaba su piel clara, sus ojos intensos. Se paró en seco.. necesitaba tomar un poco de aire. El entrenamiento había sido duro, y el tener un cuerpo preparado y en alerta 24 horas, le había ocasionado perder el sueño profundo, y que en determinados momentos su corazón se disparase. El psicólogo del entrenamiento le enseño una técnica fácil. Y la aplicó: pararse, sacar del bolso un espejo, y mirarse en él. Así lo hizo, y miró la cicatriz que disimulaba con maquilla en la mejilla izquierda. Sonrío. Era pasado.  Volvió a meter el espejo en el bolso y siguió caminando.

Llego al portal, llamó y notó como la observaban desde la cámara, miró directamente, serena, impasible, y la puerta se abrió. Fue hacia el ascensor, y marcó el segundo piso. Le abrió un sr. muy alto, de pelo canoso, con penetrantes ojos azules. La miró, le sostuvo la mirada.

Si quieres que le salude diciéndole con una sonrisa «Soy el Sr. Smith»
pincha aqui.

Si quieres que saquen unas pistolas y empieze un tiroteo pincha aqui.

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